Por detrás, en la más inmensa oscuridad, alguien me roza sutilmente. Llueve a cántaros y me estoy mojando, será la lluvia.
Me he propuesto no mirar hacia atrás, comienza a convertirse en un juego que me provoca adicción. Ahora parece que mil gotas de lluvia se han unido en una para acariciarme la espalda. Qué juguetona la lluvia, qué gusto mojarme y que me recorra toda la piel…
Me asusta pensar en el día que deje de llover, y tenga que girar la vista hacia atrás buscando una gotita de esperanza.
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